Quiero compartir contigo un sueño.
Es una casa con balcones en un pequeño acantilado cerca del mar, de una playa donde amenece y las olas llegan suaves y al retroceder dejan un murmullo de espuma.
Una casa inundada de luz que se cuela blanca a través de los visillos que bailan mecidos por la brisa, donde se escuchan gaviotas y huele a sal. Y en la noche silenciosa se escucha la inacabable melodía de las olas.
Tiene un balcón en el dormitorio. Mirando por el balcón, incluso desde la cama, se ve el reflejo tranquilo de la luna en el mar, y el rayo reflejado en la inquietud de la tormenta. Y luego amenece, poco a poco, primero sólo una claridad, el cielo vistiéndose de colores, eligiendo al fin un azul intenso... es tan bello...
Quiero compartir contigo este sueño, compañero perfecto, que todo lo dice sólo con una mirada, intensa como el sol, profunda como el mar.
¿Para qué hablar? Sobran las palabras. Aprietas mi mano y sé que somos felices y dichosos. Y con el mar, el sol, las olas y las estrellas siempre de testigos unimos nuestros cuerpos, respiro el aliento de tu boca en un único beso que no acaba, te siento dentro de mí y me aprietas fuerte porque tú quieres ser yo... y yo quiero ser tú... tanto es nuestro deseo de ser uno sólo.
Me duermo con la cabeza apoyada en tu pecho, respirándote, tranquila, confiada en que todo permanece perfecto... te siento igual que la brisa y el mar.
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